Los bloques se disponen en una esquina del barrio de Nuestra Señora de los Ángeles, sobre la Avenida de
San Diego. Esta, a pesar de su estrechez de un solo carril por sentido, aglutina un tráfico intenso por
ser vertebradora de esa zona de Vallecas.
La propuesta busca suavizar la imagen tan rotunda de un edificio de esas dimensiones plegándolo en un
ligero zigzag, utilizando paralelepípedos que se van girando suavemente, de tal modo que en ningún caso
las viviendas ven comprometida interiormente su forma y construcción ortogonal.
Los quiebros son absorbidos por los núcleos de comunicación vertical, a modo de rótulas que introducen
luz natural en el distribuidor de acceso a las viviendas. De este modo, las torres quedan horadadas en
su interior por un pasillo central que absorbe las deformaciones, mientras que las viviendas ocupan el
perímetro respetando siempre ángulos rectos en todos sus espacios interiores. Los espacios generados son
agradables y evitan la monotonía. Como se ya se ha explicado, se ha intentado crear una ventaja de un
inconveniente formal urbanístico.
La concatenación de espacios exteriores de relación, tanto en planta baja, intermedias y de ático, con
los espacios interiores de encuentro, en los ensanchamientos de las galerías interiores y en los grandes
espacios de planta baja generan un buen balance de espacios comunes y privados. Las viviendas cumplen
con las superficies útiles establecidas por EMVS Madrid, y se han maximizado y ajustado los espacios de
relación, intentando evitar los espacios de mera comunicación. Dos bloques se pliegan ligeramente
evitando la monotonía y la rotundidad de volúmenes tan grandes como los que plantea el plan urbanístico,
sin renegar de la deseada compacidad.