El edificio es un bloque exento dentro de un solar de forma singular: la parcela es una larga franja
delimitada
por las calles Hortaleza y Gravina y por dos muros interiores medianeros.
Se proyecta la separación del edificio a los muros colindantes para conseguir: una ventilación cruzada,
una
ampliación visual del interior de la vivienda y un enriquecimiento del espacio interior.
Se accede al núcleo de ascensor desde las dos calles que están a diferente cota, una directamente y otra
a través de la planta semisótano en la que se sitúa el garaje.
Desde la planta baja arranca la escalera interior y desde ésta hasta la cuarta se desarrolla el programa
completo de viviendas. Los trasteros, zona común del edificio, se sitúan en la planta-ático
retranqueada,
aprovechando su situación privilegiada para uso colectivo.
La distribución de los espacios de la vivienda se realiza de manera continua y circular, eliminando
pasillos
y vestíbulos, aportando así una tipología menos convencional y flexible.
En cuanto a la sostenibilidad, la vivienda cuenta con ventilación cruzada, se aprovecha al máximo el
soleamiento
y se eliminan espacios intermedios para accesos, aparcamientos y trasteros.
Las instalaciones están optimizadas: producción de agua caliente sanitaria mediante paneles solares y
calderas
de condensación, lo que favorece su eficiencia energética.
La ampliación visual en la circulación interior de la vivienda se refleja en la horizontalidad de las
fachadas, con un hueco acristalado en su perímetro, creando vínculos visuales con el exterior.
La utilización de materiales no tradicionales, de construcción rápida y sencilla, con una nueva
solución
constructiva de fachada ligera de muy poco espesor y eficacia, recupera la arquitectura
contemporánea
en un entorno histórico de la ciudad.